furia diplomática

Todavía recuerdo con nitidez el relato de Han Fei Zi en "El arte de la política. Los hombres y la ley". Allí se recordaba qué final tenían los gobernadores poco diligentes que, en la China imperial, hacían que la población estuviese descontenta con el Monarca de su reino y los propios vasallos contactasen con príncipes de territorios vecinos. Cuando los regentes tenían noticia de que por culpa de la impericia en el gobierno de uno de sus validos corrían riesgo de ser destronados por reyes extranjeros que habían urdido un ataque armado contra su reino, daban habida cuenta del mal político.

Entre diversas lindezas, el rey de Lin había atado cuatro caballos a las extremidades de un gobernador suyo que se había dedicado a viajar y al ocio en lugar de a enriquecer y fortalecer militarmente su territorio. Una vez preparados los animales, y con el resto de gobernadores del reino allí presentes, el propio regente hizo detonar un explosivo que hizo que los cuatro équidos saliesen al galope. La escena de sangre y tal es fácilmente imaginable.

En la España de Zapatero, te pueden despedir de la dirección del Servicio de Estudios del BBVA por malos resultados, puedes promover desde la Oficina Económica de Moncloa una OPA jurídicamente indefendible y que en no mucho tiempo se ha demostrado errónea -Endesa a punto de pasar a manos italianas-, puedes perder unas elecciones municipales madrileñas de forma más que abultada...
Pueden echarte de dónde sea y por lo que sea, que siempre tendrás sitio de Ministro del Pollo con bacalao o de Secretario de Estado para los Regalices de fresa, ¡será por ministros, ministresas y ministerios!

Y de la de Rajoy mejor no aventurar lo que pasaría, que para hacer hipótesis de imposibles ya está Mamen Mendizábal en La Secta dándonos lecciones de republicanismo.