24.2.08

4, 5 y 6

Roto de pena me he hallado tras la aparición de Pizarro, otrora Mi Manolo, reconvertido en hombre-aparatchik y converso de liberal self-made man a una dialéctica de PPolítiquillo socialdemócrata.
"¡Me siento ganador y satisfecho!" dice el nuevo político profesional en una entrevista de perfil bajo, como todo lo que está rodeando la campaña del PP, en El Mundo, otrora Mi Mundo, en un tiempo pasado Nuestro Periódico.
Por no salir del periódico, mención a una mendiga de la palabra: Lucía Méndez.

"Los entrenadores del candidato a revalidar el triunfo tienen como objetivo
sacar de sus casillas a aspirante. O sea, que surja el Rajoy intolerante y
crispador que ahora se esconde detrás del Mariano con corazón de los
carteles electorales."

Acojonante, si no fuese porque estamos acostumbrados a leer estas ideas peregrinas de la Méndez.
El miedo al toro hace crecer la barba, cita hoy David Gistau de Belmonte. En estos periódicos que corren, nada mejor que atentamente fijarse en la prosa de Su Majestad el Rey David, cronista entre los cronistas de todo lo que se mueva en la piel de toro. Ya sea fútbol, ya sea política. Ahora sigue por la susodicha región a "un señor de Pontevedra", en gloriosa acuñación gistauniana.

"Un señor de Pontevedra con las mismas tentaciones mesiánicas
que un presidente de escalera."
"Pretende que pasemos de los destinos manifiestos al precio del
yogur"
"Las palabras le salieron mecánicas como el hilo musical de un
ascensor"
"Celia Villalobos aportó una dialéctica de cola
en la frutería, de tomates demasiado caros" "El voto que intentó traerle es el
de Marge Simpson."

Para reír. Para llorar. Para seguir comprando el que fuera Nuestro Periódico, leer la crónica de campaña de Gistau y tirarlo al contenedor. En la papelera podría cogerlo alguien y leer a Lucía Méndez.